El valioso papel del perro en Mesoamérica

El perro tuvo un papel valioso en Mesoamérica. No era un animal salvaje como el venado, el jaguar y el tapir, sino al igual que el guajolote fue domesticado por el hombre. Tuvo varias funciones como el resto de la fauna: era alimento, ofrenda, compañía (para vivos y muertos);  también representó a dioses y personajes en cuentos.

Para dos de los grupos mesoamericanos más importantes, los nahuas y los mayas, el perro es un ejemplo de cómo un animal logró ser integrado a la vida cotidiana de los antiguos mexicanos. Fue tan importante que los hombres que carecían de él eran vistos como individuos disminuidos en sus capacidades mientras que de los que nacían bajo el signo *nahui itzcuintle (Nauiitzcujntli o cuarta casa del signo ‘ce mazatl‘ – ‘cuatro perro’) se decía que tendrían prosperidad y buena fortuna:

“cualqujera que nacia en esta casa, seria rico y venturoso: y tendria que comer y bever: aunque no trabajasse un solo dia, ni sabria donde le venja, lo que comja: en qualqujera casa, se hallaria contento, en todo el dia: y aun ganaria algo, para sustentación de sus hijos…
Y mas dezian: que si el que nacia en este signo, se daba a criar perritos, todos quantos qujsiesse criar se le multiplicarian y los gozaria, y seria rico con ellos”. Fuente: “El calepino de Sahagún: un acercamiento”. Pilar Máynez.

Fray Bernardino de Sahagún menciona tres clases de caninos, entre ellos el izcuintli, el xoloizcuintli que ningún pelo tenían y de noche abrigánlos con mantas para dormir… y asegurando que existían otros perros que llaman tlalchichi (o perro chico), bajuelos y redondillas que son buenos de comer, todo indica que éste último es del mismo tipo que el xoloizcuintli (o Tehui), castrado y cebado, lo que le daba una forma baja y redonda y que está representado en las estatuillas de los llamados Perros de Colima, que según Fernández de Córdoba se vendían en los mercados de Acolman.

Xoloizcuintli veinte del náhuatl xólotl-monstruo e izcuintli-perro. Mitológicamente, Xólotl, el dios-perro, acompañaba a las almas de los difuntos a cruzar el río Chignahuapan para poder llegar al Paraíso, ésta es una leyenda que ha sobrevivido en algunas regiones de México.

Fray Bartolomé de las Casas menciona en sus crónicas lo siguiente:

…y para que guiase al difunto y acompañase o guardase por el camino, matábanle al perro, decían que aquel perro lo guiaba y pasaba los malos pasos, así de agua como de barcos por tierra. Temían que si no llevaba perro, que no podría pasar muchos malos pasos que había en el camino”.

Muchas veces el perro servía de alimento, tal como lo menciona el historiador Antonio de Ciudad Real en 1584:

“…crían los indios una casta de perros de la tierra, lisos y sin pelo ninguno, los cuales eran su comida, no les saben mal ni los desechan, aunque más aficionados son a la carne de vaca”.

En 1778, el jesuita e historiados mexicano Francisco Javier Clavijero los menciona y atribuye la extinción del techichi a que los españoles se los llevaban como provisión en sus buques cuando regresaban a España, afirmando que su carne “era gustosa y nutritiva”.

El perro no sólo formaba parte de la dieta de los indios sino que era uno de los seres que se sacrificaban para ofrenda de los dioses, y su carne era ingerida como comida ritual en las fiestas que se realizaban en el área maya, y con él se sustituía al ser humano en algunos tipos de sacrificio.

Xoloitzcuintle también llamado perro pelón mexicano o perro azteca

También tuvo un papel medicinal ya que se utilizaba su sangre, leche, orina, hiel, huesos, piel y órganos blandos, que, combinados con otros de carácter vegetal daban como resultado remedios para tratar la caída del pelo y la caspa, la ausencia de leche materna, o el  mal sangrado.

Hoy día no se utiliza la carne del perro como alimento.
El Xoloitzcuintle, también llamado perro pelón mexicano o perro azteca, no es una raza extinta, de hecho varios criadores profesionales se dedican a fomentarla. El Xoloitzcuinte puede ser de distintos tamaños: toy, estandár y mediano y tiene una esperanza de viva de entre 12 y 14 años.

Fuentes:
– Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de Campeche.
“El calepino de Sahagún: un acercamiento”. Pilar Máynez.
“Historia general de las cosas de la Nueva España”, Fray Bernardino de Sahagún. Edición de Ángel María Garibay. Colección: Sepan Cuantos. No.300. Editorial Porrúa, 1979.
Los animales en el México Prehispánicos –  Arqueología Mexicana No. 35 enero-febrero 1999.