Construida a mediados del siglo XIX como parte de los festejos celebrados en honor a Carlos IV por su ascenso al trono. La Plaza de Toros de Real de Catorce (a un costado del Cementerio y Capilla de la Virgen de Guadalupe) lucía como un octogono pintado en azul y blanco. Fue remodelada en 1863 por el empresario Diego González y con los años adquirió su aspecto de "Arena"; está hecha totalmente de piedra. A unos cuantos pasos se descubre El Paredón, que fuera destinado a las ejecuciones durante las luchas de Independencia y la Revolución Mexicana. Se dice que aquí fueron fusilados los catorce bandidos que dieron nombre a la localidad. Al acercarse lo suficiente al muro se descubren los huecos desgastados que dejaron las balas impactadas en su base. Desde este punto se admira una amplia imagen de la Sierra de Catorce.