Hace varios años este antiguo poblado figuraba como uno de los lugares de descanso y veraneo preferidos por la aristocracia citadina. Con el paso del tiempo la mancha urbana extendió sus fronteras más allá de los los limites de San Ángel, pero no por esta razón el área perdió su encanto, al contrario. Se convirtió en una zona residencial de enormes casonas y calles empedradas donde la gente puede pasear y deleitarse con la variedad de restaurantes, galerías, tiendas de curiosidades, artesanías y otros comercios que gracias a su bien cuidada arquitectura ofrecen al lugar un panorama encantador que contrasta armoniosamente con los modernos alrededores. Sobre todo no deje de visitar San Ángel los sábados, cuando es posible visitar el Jardín del Arte y el Bazar del Sábado.
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