La Constitución Mexicana

El 5 de febrero de 1917 se promulgó, en el Gran Teatro de la República de la ciudad de Querétaro, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, misma que fue considerada como una de las más avanzadas en su tiempo.

La Constitución de 1917 cristalizó los ideales revolucionarios que fueron elevados a la categoría de normas constitucionales. En ella se incluían avanzados principios de reformas sociales y derechos en favor de obreros y campesinos. Además, fue formulada para gobernar a todos los mexicanos sin distinción de raza, credo, condición social o política, ya que en ella se elevaron al rango de normas constitucionales la libertad de pensamiento y de creencia.

Sin embargo pasaron muchos años antes de consolidar una Constitución acorde a los tiempos y circunstancias de los mexicanos.

A lo largo de nuestra historia distintas leyes fundamentales fueron emanadas de un Congreso Constituyente:

– Acta constitutiva de la Federación y la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, de 1824.

– Las Siete Leyes Constitucionales, de 1835 a 1836.

– Bases orgánicas de la República Mexicana, de 1843.

– Acta constitutiva y de Reformas, de 1847.

-Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, de 1857.

El Acta Constitutiva de la Federación de 1824 descartó por primera vez todo tipo de legislación extranjera, estableciendo el ejercicio absoluto de la soberanía y la autodeterminación del pueblo mexicano. Los antecedentes de esa constitución los hallamos en la española de Cádiz de 1812, en los “Sentimientos de la Nación” de José María Morelos y en el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, o Constitución de Apatzingán, de 1814.

Tras la firma del Plan de Ayutla en febrero de 1856 (mismo que desconocía el gobierno de Antonio López de Santa Anna), como consecuencia del movimiento revolucionario encabezado por Juan Alvarez, fue convocado un Congreso Extraordinario reunido en la Ciudad de México.

Un año después, el 5 de febrero de 1857, el Presidente Ignacio Comonfort y el Congreso Constituyente aprobaron la nueva constitución, la cual conservaba el federalismo, las libertades de trabajo, de propiedad, de expresión de ideas, de imprenta, de asociación, de petición y de comercio, así como la abolición de la esclavitud. En ella se establecían como ciudadanos con derecho a voto todos los mexicanos varones que hubieran cumplido 18 años si eran casados y 21 si no lo eran.

Unos meses después, en vista de que el nuevo ordenamiento no había logrado una estabilidad en el país, el propio Comonfort la desconoció y se sumó a la rebelión de Ignacio Zuloaga. La rebelión tuvo como consecuencia la llamada Guerra de Tres años o Guerra de Reforma, entre los conservadores que desconocían la constitución y los liberales que la defendían. Triunfaron los liberales encabezados por Benito Juárez y durante el curso de la guerra se emitieron una serie de ordenamientos conocidos como Leyes de Reforma, entre las que destacan las que establecen la separación entre la Iglesia y el Estado.

La Constitución de 1857 fue un elemento jurídico fundamental en la defensa ante la invasión francesa y el imperio de Maximiliano de Habsburgo, teniendo vigencia plena tras la expulsión de los extranjeros.

En 1910 da inicio la Revolución Mexicana, año en el cual el Presidente Porfirio Díaz ocupaba el poder. El primer jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza, convocó en diciembre de 1916 al Congreso para presentar un proyecto de reformas a la Constitución de 1857. El documento pasó por una numerosa serie de modificaciones, revisiones y adiciones, en un esfuerzo por plasmar en su contenido la nueva realidad del país.

En el Gran Teatro Iturbide, hoy Teatro de la República de la ciudad de Querétaro, fue promulgada el 5 de febrero de 1917 la nueva Constitución, que actualmente nos rige. En ella se establecieron los ideales revolucionarios del pueblo mexicano con un marcado contenido social y se plasmó un gobierno para todos los mexicanos sin distinción de raza, credo, condición social o política.

La Carta Magna estableció plenamente las garantías individuales y reconoció los derechos sociales, como el de huelga y el de organización de los trabajadores, el derecho a la educación, libertad de culto, enseñanza laica y gratuita, la jornada de trabajo máxima de 8 horas, además de reconocer como fundamentales la libertades de expresión y la asociación de los trabajadores. Estableció una forma de Gobierno republicana, representativa, demócrata y federal. Se refrendó la división de poderes en Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Esté último pasó a conformarse como sistema bicameral, constituido por una cámara de Diputados y una de Senadores.

La Constitución decretó la no reelección y ratificó el sistema de elecciones directas, suprimió la vicepresidencia, otorgó una mayor autonomía al Poder Judicial y más soberanía a los estados. La Carta Magna creó el municipio libre y estableció un ordenamiento agrario relativo a la propiedad de la tierra.

Desde su aparición, la Constitución de 1917 ha experimentado múltiples modificaciones para responder al entorno político, social y económico de nuestro país. Ejemplo de estas modificaciones son las reformas de 1953, en que se otorgó derecho de voto a las mujeres, y de 1969, en que se concedió la ciudadanía a todos los mexicanos mayores de 18 años. Otras reformas electorales tuvieron lugar en 1977, 1986, 1989, 1990, 1993, 1994 y 1996, destinadas a garantizar elecciones legales y respetuosas de la voluntad popular.

Los Estados Unidos Mexicanos, nación pluricultural gracias a la raíz indígena que lo nutre, celebra un año más de libertad y autodeterminación, un año más de soberanía, concediendo a los mexicanos derechos y obligaciones: conceptos reflejados en la Carta Magna, nuestra Constitución Mexicana.

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