Ases de la Cámara: historia del fotoperiodismo en México. Edición del INAH

En esa primera muestra de fotoperiodismo en Bellas Artes, se expusieron contundentes imágenes de la gran “Campaña desanalfabetizadora”; de la asistencia a un juzgado del ex presidente Plutarco Elías Calles, acusado de almacenar armas; de León Trotsky moribundo tras el atentado por parte de Ramón Mercader; y de la embestida de un toro al matador Silverio Pérez, entre otras.

“Por ejemplo, la fotografía de Trotsky se muestra en coautoría, Agustín Casasola Jr. y Enrique Díaz, porque ambos hicieron la labor de entrar furtivamente en la Cruz Verde, aunque fue Díaz quien la tomó. Estas historias que no conocemos, ‘porque se fueron con los muertos’, fueron reveladas en las entrevistas con Antonio Rodríguez”, comenta Monroy, investigadora de la DEH.

Monroy, también autora de Historias para ver: Enrique Díaz, fotorreportero (2003), explica que la intención de Antonio Rodríguez era dar continuidad a esta exposición de fotoperiodismo, volvió a realizar entrevistas a fotógrafos pero dejó inconcluso el trabajo en diciembre de 1951, quizás porque su contacto en el Palacio de Bellas Artes, una hermana del presidente Manuel Ávila Camacho, falleció ese año.

Algunas de las entrevistas a los fotorreporteros fueron retomadas en otro tono por Carlos Argüelles y Antonio Joaquín Robles Soler (un exiliado español, mejor conocido por su seudónimo: Antoniorrobles), pero la exposición nunca se llevó a cabo.

Con todo, la exposición de 1947 abrió conciencia dentro del propio gremio de los fotorreporteros que vivía un “boom” para esos años, fue la primera ocasión en que la fotografía periodística se manejó como un discurso visual por sí mismo, y no como acompañante de la nota escrita.

Pese a este avance, señala la historiadora del INAH, en los años 50 vino un retroceso debido al corporativismo de los fotorreporteros, doblegado a los intereses presidenciales mediante la corrupción, llámese el  uso del “chayote” y el “embute”.

“Fue hasta después de 1968 cuando se recuperó un discurso visual. Son etapas, pero era necesario reconocer que existía un antecedente muy claro, marcado en los años 30 y 40, de una fotografía contestataria y de una agudeza para señalar contradicciones. Había mucha conciencia en los fotógrafos”, concluye Rebeca Monroy.

Fuente: Instituto Nacional de Antropología e Historia
Direccción de Medios de Comunicación. Fotografías: Cortesía INAH.

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