CulturaArtesanía de la Región de Pátzcuaropor: Travel by México

El michoacano común puede pasear por cualquier mercado de artesanías de México y reconocer alguna pieza en particular, ya que Michoacán es uno de los lugares de América Latina que mejor conserva sus tradiciones artesanales, incluso, heredándolas a sus vecinos.

En la época de la Nueva España, el obispo Vasco de Quiroga creó escuelas en donde se enseñaban técnicas de elaboración artesanal a los indígenas de la zona del lago de Pátzcuaro, creando, sin querer, una de las tradiciones mejor conservadas y apreciadas de todo México.

Cuando uno visita los pueblos y los mercados de la región, queda deslumbrado por la variedad de colores y la combinación de los mismos, las técnicas y los precios. Se pueden encontrar piezas originales, baratas y compradas directamente al productor. Se producen trabajos en cobre, papel maché, hojalata, cerámica, madera, hierro forjado, lacas, maques, alfarería y textiles de hilo y de lana (los suéteres son la prenda básica a comprar en época de Noche de Muertos).

El Pueblo de Santa Clara del Cobre, como bien dice su nombre, es un milenario creador de piezas hechas de ese material, antes sacado de minas, ahora de deshechos industriales. Pero Santa Clara lleva mención aparte, ya que el pueblo y las bellezas generadas ahí, merecen páginas enteras.

Cuanajo es otro pueblo cercano, famoso en todo el estado por sus muebles y piezas de madera tallada y pintada. No es raro que mueblerías de la región vengan a surtirse de las bellas y tradicionales piezas.

De la región de Tzintzuntan son las canastas, petates, sombreros y los adornos navideños hechos de fibras naturales.

Y regresando a Pátzcuaro, no será raro deslumbrarse por los hilados y tejidos exhibidos en varias tiendas. Manteles, cortinas, tortilleros, servilletas, bolsas, vestidos en manta de algodón, etc. sobresalen por sus tradicionales cuadros coloridos, alguno que otro original bordado y sus delicados deshilados. ¡Y qué decir de los rebozos de bolita típicos de la meseta purépecha! Paseando por el Mercado de Artesanías y Antojitos, justo frente a la Plaza Gertrudis Bocanegra, entre artefactos de cobre, juguetes y máscaras de madera representando a los viejitos de la famosa danza, encontramos un puesto grande, atendido por un joven sonriente y dispuesto a platicarnos sobre su artesanía.

Antonio Rafael Silva, trabaja junto a toda su familia el tule desde hace más de 30 años.Esta fibra natural (como algunas otras) es extraída de las orillas del Lago de Pátzcuaro, específicamente de Ihuatzio, de donde son originarios.  El Tule o Chuspata se corta y se  pone a secar por varias horas, después, ya seca, se humedece un poco para que se vuelva flexible y así, las manos de esta familia van creando tortilleros, alcancías, moisés para bebés, gateras (casas para gatos), canastas, petates, etc. También hacen artículos de madera como cucharas, tablas para picar, molinillos, etc. Todo es hecho a mano, por lo tanto, son artículos únicos con sus peculiaridades específicas.

En cada pieza se va dejando parte de la vida; por ejemplo, a una alcancía grande con forma de puerquito, se le regalan 4 horas (75 pesos), a una más pequeña 2 horas ($35 pesos) y a un tortillero 45 minutos ($35, $38 y $28 pesos la pieza). Toda esta dedicación hace que la artesanía valga en sí una fortuna, pero como podrá ver, los precios son muy accesibles.
El mercado de artesanías de Pátzcuaro abre todos los días de las 8 a las 5 pm, después de esa hora, los puestos artesanales son remplazados por los de enchiladas típicas de la región.

No podemos terminar este artículo sin mencionar los juguetes típicos mexicanos producidos en este lugar: camioncitos, serpientes que parecen moverse, cajitas con sorpresas adentro, tiras de rectángulos con lazos que dan la impresión de nunca despegarse, muñecas de trapo vestidas con trajes típicos, juegos de boliche hechos con soldaditos de madera, baleros, trompos, entre muchos otros juguetes que han hecho felices a muchas generaciones de niños michoacanos. Por todo lo anterior, le recomendamos darse una vuelta a los mercados artesanales y no salir de su hotel sin unos cuantos pesos porque, seguramente, no podrá resistir la tentación de comprar alguna pieza.