Uno de los íconos más representativos de la ciudad se encuentra cerca de las instalaciones donde se celebra la tradicional Feria y a un costado del Templo de mismo nombre. Se trata del Jardín de San Marcos, construido en el año 1847 con la finalidad de brindar a los habitantes de este barrio un lugar de recreación dentro de un marco natural. Las bancas de parque que se encuentran esparcidas a todo lo largo del cuadro, son excelentes para resguardarse del calor en los días soleados. Fue decorado con hermosas fuentes en cada una de las esquinas, jarrones y un notable kiosco forjado en hierro fundido. El conjunto se percibe cercado por finos balaustres esculpidos en cantera rosa con accesos hacia los cuatro puntos cardinales. Es muy común escuchar que los lugareños cuenten la leyenda del fantasma de un hombre que, todos los días a altas horas de la noche, se pasea por el jardín, reza a las puertas de la iglesia y después desaparece.